lunes, 17 de octubre de 2011

Testimonios

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Aquí transcribimos fragmentos de un testimonio de quien conoció a Madre Benita

Testimonio de Sor. Acacia del Corazón de Jesús Novaro, Vicaria General del Instituto de las Siervas de Jesús Sacramentado.

La Madre Benita vivió durante más de veinte años en la casa de Ejercicios, dedicada a la asistencia de as jóvenes, confiadas a la casa, y a la enseñanza del Catecismo y a la asistencia de los ejercitantes, que convenían en aquella casa; allí ocupó todos los cargos, menos aquel de rectora, y los desempeñó con mucho espíritu y sacrificio. [] Pertenecía a la Tercera Orden de S. Francisco y se distinguió por su especial devoción al Santísimo Sacramento, se levantaba varias veces durante la noche para visitar al Santísimo.

A mi juicio, la Sierva de Dios María Benita tenía una fe muy profunda que se manifestaba en sus devociones, que eran: la devoción a la Santísima Trinidad, por la que hacía rezar el Trisagio todos los días a niñas del taller, mientras estaban trabajando; al Santísimo Sacramento, que era su devoción predilecta y por la que dedicaba largas horas a la Adoración, no solamente en las horas ordinarias establecida por regla a todas las Hnas. sino también en horas extraordinarias, que la sierva de Dios se imponía, cosa que hacía con frecuencia; estableció la comunión tres veces por semana, además de los domingos. Tuvo también una devoción extraordinaria hacia la Santísima Virgen. Asimismo la Sierva de Dios Benita Arias, mostró una devoción muy particular a San José, nombrado por ella protector y Patrono de su instituto.

En lo que refiere a hechos prodigiosos, se cuenta que el cuadro de la Virgen del Carmen, al que la Madre Benita Arias tenía tanta devoción, abrió los ojos, que tenía cerrados por defecto del pintor, y hasta el presente los tiene abiertos. Tenía un total desprendimiento de las cosas del mundo, viviendo en la mayor pobreza y nunca vacilaba su confianza en los momentos difíciles, y oí decir por las religiosas que había quienes le criticaban como imprudencia su excesiva confianza. Creo que ella no tenía en su vida otro fin que el cumplimiento de la voluntad de Dios. Durante su enfermedad siempre se la vio en total serenidad y vio llegar la hora de la muerte de la misma manera, disponiendo todo con tranquilidad.

Estoy convencida que la Sierva de Dios tenía un gran interés en la salvación de las almas, que fue el objeto que la llevó a fundar su Instituto: lo demostró con su empeño en la enseñanza del Catecismo, que impartió personalmente durante muchos años con un gran sacrificio, yendo todos los días personalmente adonde ahora se encuentra la actual “Casa de Jesús”, donde había hecho levantar una carpa que le sería provisoriamente para la enseñanza del Catecismo, y a veces para hacer celebrar la misa del domingo. Durante el trayecto para llegar hasta allí, se detenía en un cuartel para enseñar el Catecismo también a los soldados, a sus mujeres e hijos. Hizo esto durante seis años consecutivos, con el relativo sacrificio que significaba el llegar a esos lugares a pie o con un vehículo incómodo; en uno de esos viajes, el vehículo volcó y la Madre Arias se fracturó tres costillas.

Ella tenía una gran compasión por los pobres y los necesitados y se privaba de lo que era necesario en casa para poder socorrerlos. Nunca mostró hacia los pobres dureza o impaciencia de ninguna clase; se interesaba especialmente por los enfermos, cuando alguna Hermana estaba enferma hacía lo posible por tenerla cerca, para estar segura de que era asistida lo mejor posible. Por su amor a los enfermos y a sus almas ella aceptó que la congregación tomara sobre sí la asistencia de los hospitales cuya atención era más difícil, que eran el hospital Fernández (Sifilicomio) y el hospital Muñiz, que entonces se llamaba Lazareto, donde se asistían leprosos, tuberculosos, enfermos de viruela, de cólera, etc. Además (esos hospitales) eran extremadamente pobres, y eso hacía más difícil las tareas de las hermanas. Cuando se trató de asumir el cuidado de dichos hospitales, la sierva de Dios nos dijo que nosotras iríamos, porque “se ganaba mucho para el cielo”. Personalmente, la Sierva de Dios, en tiempo de epidemia de viruela y de cólera, asistía a las niñas enfermas.

He visto en la Sierva de Dios Benita Arias una  fortaleza extraordinaria, que la impulsaba a soportar siempre con paciencia todas las cosas, dominando las dificultades, las calumnias, las enfermedades, etc. No se dejaba abatir ni por las contrariedades ni por las tribulaciones; aconsejaba esa misma actitud a las hermanas en los momentos difíciles. Nunca deseó honores o comodidades. Cuando la llamaban “fundadora”, parecía que estuviera contrariada, atribuía su obra a Dios y a la colaboración de sus hermanas y benefactores.

Los primeros tiempos del Instituto fueron muy difíciles debido a la falta de medios económicos; cuando la Sierva de Dios estaba en Roma y el Santo Padre le preguntó sobre qué había fundado su casa, ella le respondió: “sobre la Providencia”, esta siguió siendo su respuesta a todas las dificultades de orden monetario que se le fueron presentando. Cuando la Madre Arias se instaló en el Hospital Fernández, en donde debió enfrentar serios inconvenientes por el tipo de personas que allí acudían, comenzó poco a poco a catequizar a las pobres mujeres del mismo, hizo celebrar la misa en la capilla provisoria los domingos, y a esas misas asistían los enfermos que podían moverse por sus propios medios y que expresaban sus deseos de hacerlo. La Madre María Benita tuvo éxito en conseguir que algunas de las pobres mujeres del hospital dejaran la vida de pecado y se convirtieran. A aquellas en las que la Madre veía una mejor disposición, las hermanas les enseñaban el Catecismo; a todas las pobres mujeres les daba consejos y las trataba con mucha caridad y dulzura y de esta forma tenía más éxito, porque ellas la trataban con mucho cariño, al pasar, la Madre les ofrecía su crucifijo para que lo besaran, llevaba el mismo sujeto a una cadena.

Por todo lo que sentí acerca de la Sierva de Dios, María Benita Arias, ya sea por lo que nos decía a nosotras las niñas, por los consejos que les daba a las religiosas y por su comportamiento en todas las circunstancias de su vida y de las que fui testigo, he sacado la conclusión de que la Madre practicó en grado extraordinario la virtud de la esperanza. Recuerdo ahora el fervor con el que recitaba en voz alta esta oración: “Dios sea loado, loado sea el Santísimo Sacramento del Altar; Dios sea reverenciado, sea amado por todas las criaturas, Amén”

Oracion

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ORACIÓN

(Para pedir la Beatificación de la Sierva de Dios María Benita Arias y obtener gracias por su intercesión)

Señor, que enriqueciste a tu Sierva María Benita
con vivísima fe en el Misterio Eucarístico, y solícita
caridad hacia los pobres, para que fuera Madre y
Fundadora de una familia religiosa. Te suplico la
gracia de verla elevada al honor de los altares, y
por su intercesión el favor….(pedir)…, que confiadamente imploro.
Así sea.

                                                              Padre nuestro, Ave María, y Gloria


NOTA: Las personas que sean favorecidas con alguna gracia, obtenida por intercesión de la Sierva de Dios María Benita Arias, se le ruega quieran comunicarlo a la Superiora: Humahuaca 4428 – (1192). Buenos Aires, Argentina 

Buscandote en silencio

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Madre Benita…. buscándote en silencio

“Llegada la hora, se sentó a la mesa con sus discípulos y les dijo: Vivamente he deseado comer esta pascua con Ustedes”

Lc. 22-14

“Durante la cena, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a sus discípulos, les dijo: Tomen y coman, éste es mi Cuerpo. Luego tomó el Cáliz dio gracias, y se los dio diciendo: Beban todos de él, porque ésta es mi Sangre, la Sangre de la Nueva Alianza que va a ser derramada por muchos en remisión de los pecados.

Mt. 26 (26-28)

Este misterio fue el centro de tu vida Madre:

Cristo hecho Pan
Cristo solo
Cristo escondido
Y ante la fuerza incontenible del maravilloso misterio del amor, tu obsesión fue VIVIR de RODILLAS JUNTO AL SAGRARIO.
Noche y día, para siempre, en algún lugar de la tierra habrá una Sierva junto a Cristo solo, para darle gracias por haberse quedado entre los hombres…

Entre millares de seres posibles, Dios te eligió.
La llamó por su nombre, María Benita






¿Quien fué?

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MADRE MARÍA BENITA ARIAS
FUNDADORA DEL INSTITUTO "SIERVAS DE JESÚS SACRAMENTADO"
María Benita Arias de Cabrera, vino al mundo en épocas violentas en que nadie pudo estar a salvo ni de los ataque de los indios ni de los abusos de las partidas montoneras de las guerras civiles, desatadas por la obtención del poder en un país que apenas había nacido. Hija de Rafaela Arias de Cabrera. Descendiente por línea materna de los conquistadores, los Cabrera, nació en la Localidad de la Carlota -Argentina- en 1822. Fue bautizada el 30 de mayo en un pequeño oratorio de aquella heroica Villa al borde de la tierra incógnita.
Su crianza fue confiada a un matrimonio de esclavos: él, Manuel Mena, un mulato piadoso y trabajador; ella, Florencia Videla, de sangre india y sólidas virtudes. Amaron aquella niña como propia. Tal vez su verdadera familia se vio en la necesidad de confiarla a esta fiel pareja de servidores dadas las circunstancias de constantes zozobras y mortales peligros.
En ella se manifestó tempranamente el deseo de servir a Dios. En 1840 ingresó en la Santa Casa de Retiros Espirituales de la Capital Federal, para servir a la orden Terciaria de Franciscanas, donde su humildad, devoción y espíritu caritativo encontraron ambiente adecuado para profesar. Su angelical dulzura había encontrado la razón de existir, durante treinta años permaneció allí llevando profunda vida religiosa. Esto ocurría en el propio centro de Buenos Aires, donde había arribado para concretar su vocación, fue por el año 1840 y la capital era apenas una aldea que iba tomando forma de ciudad de campaña.
Quien pudo conocerla personalmente dijo que era bella, de ojos tiernos y expresivos, de límpida mirada, suave sonrisa y voluntad acrisolada. El Claustro fue para ella un cielo anticipado.
Entre los dones de Benita figuraba el canto. La joven religiosa cantaba acompañándose de la guitarra, tal como su padre adoptivo le enseñara en los días de la infancia, allá en Carlota Natal. Cantaba y componía versos que eran disfrutados por sus compañeras y los ocasionales visitantes al convento. Pero Sor Benita tenía sus miras puestas en otro ambicioso proyecto de servir a Dios sirviendo a su prójimo más humilde: convertir a la Casa de Retiros Espirituales en refugio y asilo de los niños abandonados dando impulso a una nueva congregación con votos reglamentarios. En 1870 viajó a Roma, se entrevistó con el Papa Pío IX y tras innumerables gestiones obtuvo la autorización para concretar su proyecto, pero mucho debió batallar hasta lograrlo. Su amor por los desposeídos, huérfanos y sufrientes pudo de esa manera dar frutos. En 1873 estuvo organizada la Casa Madre, con asilo y escuela, la Casa Matriz se levantó en la calle Paraguay, entre Callao y Rodríguez Peña y hoy tiene varios colegios, sostiene asilos atiende hospitales en el país y el extranjero. A los dos años fue elegida Superiora de esa comunidad cargo que ocupó hasta su muerte.
Murió en Buenos Aires, el 25 de setiembre de 1894, a los 72 años. Una vida signada por la santidad en el amor a los más necesitados, la elevación de la cultura y por encima de todo: una fe inquebrantable. Sus obras hablan más que las palabras y su vida es un claro ejemplo de que “para las grandes cosas, de los humildes se sirve a Dios”.


Fuente: Colegio 

ATRIBUTOS DE MARIA BENITA

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Vida virtuosa
Don profético
Una figura importante (que no aparece tan representada en el colegio) 
Una persona con una unción especial.

Intercesion atravez de la oracion
Virtud de la justicia
Generosa con Dios. Quería que todo fuera para Él
Utilizaba los mjores regalos para el culto
Devocion por el santisimo Sacramento
Liderazgo. elegia las personas adecuadas para cada tarea, reconociendo virtudes y valores de cada uno.
Ejercia influencia en comunidad

Mujer de perfil bajo, reserbada en los personal
Pobreza de ella y su comunidad 
Mujer bondadosa
Desapego de las cosas materiales
gran caracter


humildad 
servicio
perseverancia
alegría
confianza
vida con muchos testimonios para compartir